10 de noviembre del 1912
Con el titular “TODO POR LA LÍNEA Y PARA LA LÍNEA” se publica este primer número de una nueva prensa en La Línea, "El Defensor de La Línea" en el cual exponía su propósito:
“En esas ocho palabras se encierra el programa, o mejor dicho, el móvil único do y todo el plan de vida de este modestísimo semanario que hoy hace su pública aparición tan lleno de entusiasmo como firmemente resuelto a no cejar por nada ni por nadie en el cumplimiento de ese lema que es la exteriorización de un íntimo sentimiento, con el que han de simpatizar y han de unirse cuantos amando a este tan humilde cuanto honrado pueblo, sobrepongan ese amor sano a toda pasión política, a todo interés particular y a todo fin egoísta.
Claro es que sin necesidad de añadir ni una sola palabra más a esas ocho del título de las presentes líneas, quedaría expuesto el programa con una brevedad admirable y con la menor cantidad posible de molestia para el lector; pero como con esto de los periódicos «defensores» de los pueblos ocurre aquello de la fábula de El pastor y el lobo, que con tanto chasquear a todo el mundo ya nadie se lo toma en serio, hemos de puntualizar un poco a ver si logramos acertar con palabras demostrativas de nuestra sinceridad, que hagan que el lector siquiera se abstenga de sonreír incrédulamente y se pregunte: ¿Será verdad que no hay gato encerrado? ¿Será cierto esta vez? ¿Este Defensor será un defensor de vera?
Esta duda será ya un triunfo para nosotros, pues no pretendemos que así de buenas a primera se nos crea porque sí, porque lo decimos simplemente, como pudiéramos decir que le vamos a regalar una casa a cada uno de nuestros lectores.
Esa duda, repetimos, será ya un triunfo, porque significa algo de atención y de esperanza; y de que ésta la vea convertida en grata realidad ya nos encargaremos con nuestros hechos.
Obras son amores, y no buenas razones.
El Defensor de La Línea queremos que sea el periódico de todos y para todos. Que lo puedan leer sin prevención alguna lo mismo el más extremado demagogo, que el más pusilánime y encogido hombre de orden; igual el patrono que el obrero, y con análoga confianza el republicano que el monárquico y dentro de esta última clase de modo semejante el conservador que el liberal.
A ninguno hemos de «hacer el caldo gordo» como reza el dicho popular, pues para nosotros no ha de haber más que dos partidos: el de los que miren por La Línea y la beneficien y la enaltezcan, y el de los que la exploten, la perjudiquen y la deshonren. Con los primeros estaremos siempre, sean del matiz que sean, altos o bajos, humildes o pudorosos. Enfrente nos tendrán en todo momento los segundos, y su anulación, su aniquilamiento si es posible, será para nosotros el mayor de los placeres, sea cual fuere su categoría social ú oficial.
Para nosotros el mejor Alcalde será el que más haga por La Línea. El mejor Diputado a Cortes el que más beneficios consiga para el pueblo. Que sean del partido A o del partido B, nos tendrá perfectamente sin cuidado.
¿Os habéis enterado bien, queridos lectores?
Eso, y nada más que eso, será El Defensor de La Línea. Y si no, al tiempo.