sábado, 25 de noviembre de 2017

Fue noticia en La Línea el ........ Viernes 15 de agosto de 1958




Homenaje de Simpatía y cariño a Don Emilio Gómez Montejo




  En la noche del viernes 08 de agosto de 1958 y en los Merenderos del Príncipe tuvo lugar una comida-homenaje que tributaban los antiguos alumnos de la Academia de Santo Tomás de Aquino al fue su director don Emilio Gómez de Montejo, ex-alcalde de esta ciudad y en esas fechas alcalde accidental.

     Al simpático acto, que resulto ameno y emotivo, asistieron treinta comensales, todos ellos alumnos que fueron de este profesor del Magisterio Nacional
hacia quien quisieron testimoniar su afecto y gratitud por sus luchas y desvelos en las tareas docentes que imprimieron a esta generación de estudiantes el afán y la orientación precisas para conseguir labrarles ese presente que gozaban cada uno en sus distintas profesiones.

Ofreció el homenaje don Domingo Molina Aldana, Profesor Mercantil, quien con palabra emocionada evocó aquellos tiempos escolares pasados bajo el competente patrocinio de este Maestro de la Enseñanza, de quien hizo una semblanza acertada, justificando la finalidad de la íntima reunión por tratarse de una deuda que tenían pendientes todos ellos con la personalidad honorable y modesta, a la vez, del viejo y querido conductor de sus primeros pasos por los difíciles caminos del estudio y la capacitación. Las frases encomiásticas del Sr. Molina causaron visible emoción en el homenajeado y fueron aplaudidas extensamente por la concurrencia.

Finalizada la cena, hicieron sucesivamente uso de la palabra algunos de estos antiguos alumnos de don Emilio, manifestándole la admiración que siempre habían sentido por su reconocida abnegación y virtud en el desempeño de su misión pedagógica, cuya efectividad bien podía comprobarse en cuantos discípulos suyos salieron de las aulas de la Academia de Segunda Enseñanza Santo Tomás de Aquino con firmes bases elementales que trazarían después su senda en Universidades y Facultades hasta alcanzar recursos prácticos de la existencia. En esas fechas, muchos de aquellos discípulos de don Emilio Gómez Montejo tenían sus carreras universitarias con títulos de médicos, abogados, profesores mercantiles, militares, Licenciados en Ciencias Exactas, etc. etc.

En una grata atmósfera de amistad y camaradería, transcurrió tan simpático acto, que terminó con un helio discurso de gratitud pronunciado por el venerado Maestro del Magisterio, cuyo texto transcribimos íntegramente.

«Antiguos alumnos muy queridos:

En la vida de los hombres hay horas de alegría y horas de tristeza. Esas dos emociones distintas preocupan mi alma en este momento. Alegría por este acto que me llega a lo más hondo de1 corazón, tristeza porque dudo si podré estar a la altura de las circunstancias y expresaros adecuadamente mi satisfacción y mi agradecimiento.

En estos actos íntimos como éste en que habla el corazón, deberían sobrar las palabras. Por eso procuraré ser breve.

Como algunos de vosotros no alcanzasteis aquella época, voy a hacer brevemente historia de cómo nació nuestra Academia.

Hasta el año 1.936 hubo en ésta un Instituto Elemental de Segunda Enseñanza. Al producirse el Alzamiento Nacional, y por causas que ignoramos, dicho Instituto fue clausurado, y más tarde, en virtud de una orden ministerial, el material y mobiliario fueron transferidos a Algeciras. Una población escolar numerosa y perteneciente en su mayoría a clases modestas, quedaba desamparada y en la imposibilidad de continuar sus estudios.

Las autoridades locales nos hicimos cargo de la situación y tomamos la iniciativa para formar un centro que supliera en lo posible al desaparecido Instituto.

Personas de buena voluntad, dignísimas y competentes, ofrecieron su colaboración, y al final de 1.937 quedaba constituido el cuadro de profesores, si la memoria no me es infiel, con un sacerdote, un médico, dos abogados, un comandante, un capitán, un funcionario de aduanas y dos maestros nacionales.

Este profesorado fue renovándose y en 1.939 quedó convertida la Academia en oficialmente reconocida con tres licenciados en Ciencias y tres en Filosofía y Letras.

Posteriormente estos licenciados fueron colocándose y no habiendo sido posible sustituirlos a pesar de las gestiones realizadas, el Centro funcionó con carácter particular.

Es indudable que la Academia cumplió una misión difícil, llenó el vacío que había dejado el desaparecido Instituto e hizo posible el acceso a la Universidad de un número considerable de alumnos que aquí hicieron su bachillerato. Alumnos que en la Universidad y en los distintos Centros por donde pasasteis, supisteis colocar a gran altura el pabellón de La Línea y de aquella Academia que siempre se ha sentido, más que satisfecha, orgullosa de vosotros.

Yo dirigía aquel Centro, que llegó a tener hasta 130 alumnos. Puse en mi actuación mi mayor entusiasmo, mi influencia y, sobre todo, amor. Todos vosotros erais jovencillos, algunos casi unos niños; ha pasado el tiempo. Por exigencias de la vida nos hemos dispersado y hemos perdido el contacto durante algunos años y hoy, que sois todos hombres y la mayoría de vosotros hombres importantes, tenéis con vuestro viejo profesor esta fineza y me obsequiáis con este magnífico acto de adhesión y de cariño, que se debe, más que a mis merecimientos, a vuestra amabilidad. La semilla cayó en buen terreno y ha dado un excelente fruto.

Esto prueba que todo consiste en darse y en saberse dar, en servir a los demás, en prodigar a nuestro alrededor la alegría y el afecto.

Para terminar, quiero que tengáis presente que breve o larga la vida sólo vale algo si en el momento de entregarla no tenemos que sonrojarnos de ella. Y nada más, antiguos alumnos muy queridos. Muchas gracias».

Una nutrida y cariñosa salva de aplausos acogió las últimas palabras del homenajeado, al cual le fue entregado un libro firmado por todos los alumnos además de las obras completas del gran literato y pensador Giovanni Papini, obsequio de indudable mérito por cuanto significa de adhesión y entusiasmo a la figura de este caballero cabal y buen paladín de la Enseñanza, preparador do varias generaciones de hombres con disponibilidades intelectuales y suficiente capacitación para ganarse la vida honradamente. He aquí el motivo, la razón poderosa de1 acto celebrado, sencilla expresión del sentimiento ya maduro v estabilizado en una labor hacia quien supo y pudo, a fuerza de paciencia y sabiduría, encauzarlo por la senda victoriosa.

Publicado en el Periódico AREA del 15 de agosto de 1958










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