lunes, 9 de octubre de 2017

Fue noticia en La Línea el ........ Sábado 05 de octubre de 1957






LA RECOGIDA DOMICILIARIA DE BASURAS, UNA INDUSTRIA MONTADA EN BENEFICIO DE LA LÍNEA

Antonio García Acosta, hombre tenaz y emprendedor


De derecha a izquierda, don Rafael López Correa y don Alfonso Cruz Herrera, alcaldes de  Algeciras y La Línea, respectivamente Excmo. Sr. don Eulogio Fernández Virto,  General Jefe de la Infantería de la 22 División y don Antonio García Acosta, propietario de la industria, presidiendo el acto de la inauguración de este importante servicio.


El hombre

Antonio García Acosta, un robusto muchachote que no se detenía ni un momento cuando tenía una obligación que cumplir. Su actividad se desbordaba a través del
espacio en que situaba su trabajo, el cual no tenía límites cuando este significa una necesidad casi física e indispensable para vivir. Muy joven nació en él la idea de lanzarse a grandes empresas con un ánimo predispuesto y un optimismo que ni admitía renunciaciones de ninguna especie.

Y ya es sabido que para un temperamento indomable como el de García Acosta, los obstáculos sirven para estimular sus nervios y proseguir con más ahínco si cabe la idea preconcebida. En el volumen físico, humano y moral de este hombre no tenía cabida las decepciones y consideraba una misión ineludible permanecer continuamente en la brecha, dispuesto a la labor tenaz,, infatigable, en un afán desmedido por crear, por producir algo que beneficie al núcleo social que se mueve a su derredor, porque ya se conoce la psicología de estas personas: no buscan, empujados por el egoísmo o un sentimiento fatal de egolatría, el provecho propio, aunque para alcanzarlo tengan que hacer caer de bruces a quienes intentan seguirle los pasos. En este turbulento «ring» que es la existencia humana, la virtud no consiste en propinar el mayor número de puñetazos al prójimo, sino en convencerle de que ellos no son forzosamente necesarios para conquistar un pequeño lugar en el mundo, un lugar hasta el cual no lleguen la envidia, ni el furor ni el odio de los que piensan que estamos aquí abajo para matarnos unos a otros y no para amarnos durante ese tiempo fugaz que dura la vida.

Vista parcial del patio y edificio donde se hallaban instaladas las oficinas y almacenes.


Antonio García Acosta creó una industria en La Línea que venía a llenar un vacío de muchos años lamentable. Pero no se vaya  a juzgar limitada su iniciativa porque todo quedó reducido a disponer de la recogida de basuras a domicilio. Él montó ese negocio con el propósito exclusivo de contribuir de alguna forma al engrandecimiento de La Línea, al propio tiempo que realiza una labor humanitaria, por su trascendencia de higiene y solidaridad con las autoridades en ese empeño patriótico de urbanizar un punto geográfico tan interesante como es nuestra ciudad.

Por tanto, a la vista de la trayectoria seguida por García Acosta, que jamás son más eficientes los negocios que cuando realizan una labor de conjunto, prolongando el favor que de ellos ha de dimanar hacia sectores de la ciudad materialmente desproveídos de recursos y de trabajo para la subsistencia.

Y esta era, diseñada a grandes rasgos por el redactor del Bisemanario AREA, la figura humana y temperamental de un hombre que entró con decisión en el plano primerísimo de la actualidad local.

La «Colonia Acosta»

Así se podía denominar a esa especio de campamento o poblado que constituía el centro de su organización industrial. Situado allá en el extrarradio, lindando con la Atunara y el Zabal, se levantaban las instalaciones construidas en un tiempo «record» con las cuales atender este bien montado servicio general de recogida de basuras domiciliaria. Se estaban viviendo los momentos en que se realizó la bendición de aquellos locales. La ceremonia corrió a cargo del Rvdo. Padre don Manuel Galtier Estudillo, Cura Párroco de La Atunara, auxiliado por el de La Colonia Rvdo. don Juan Junco. Se encontraban presidiendo el acto el Excmo. Sr. General de la Infantería de la 22 División don Eulogio Fernández VirtoAlcalde de La Línea don Alfonso Cruz Herrera y otras autoridades civiles y militares, así como numerosos invitados. Nuestra primera autoridad civil, dedicó al fundador y propietario de la Industria, García Acosta, las siguientes palabras, que merecieron los aplausos plenos de entusiasmo y cordialidad del auditorio.

      «Señores:

Nada de discursos, solamente brindar con ustedes y felicitar a don Antonio García Acosta por la puesta en marcha de esta Empresa que honra a nuestro pueblo.

Mi contribución en esta obra, solamente ha sido, tener fe desde el primer momento en este hombre, todo optimismo, todo voluntad y juvenil fuerza creadora.

Hombres así son los que necesitan los pueblos de nuestra Nueva España; audaces emprendedores y humanos.

García Acosta, de todo corazón, yo, como Alcalde, en nombre de La Línea, te felicito.

Y ahora, no quiero terminar este brindis sin dirigirme a vosotros, productores.

Tener presente que no solamente pertenecéis a una Empresa particular, sino que vais a cumplir un servicio público y que vuestro celo, vuestra conducta y vuestro comportamiento repercutirá en el buen nombre de nuestro pueblo, de este pueblo, por el que tanto estamos luchando en estos momentos, para elevarlo a la dignidad que merece.

No penséis que es humilde vuestra misión, sino todo lo contrario, pues desde mañana en vuestras manos está una de las cosas más principales de los pueblos civilizados: su limpieza, que es su belleza, y su decoro, que es su mayor prestigio.

Por vosotros y por vuestro Jefe ¡Viva La Línea! y ¡Arriba España! »

Un rincón claro y airoso de estas modernas dependencias.


Momentos después del acto de la bendición y salutación del Alcalde, salieron a recorrer la «Colonia Acosta» en misión puramente informativa, como corresponde al objetivo para el que habían sido gentilmente invitados. Pero antes les llamó la atención un rótulo que presidía el espacioso salón donde tuvo lugar el ágape suculento y la reunión nutrida de asistentes. Decía escuetamente aquel letrero:

«Nuestra divisa: Laborar por la Patria». Y estas palabras las consideraban  primordiales como base para el reportaje, ya que en ellas se fundamentaba todo un elocuente discurso y todo cuanto puede manifestarse en alusión a la industria creada por García Acosta. Bajo la impresión primera de aquellas letras de tanta emotividad y relieve, emprendieron la marcha para visitar y curiosear por el ancho espacio que comprendía lo que él reportero, sin pretender apropiarse una invención o una idea luminosa, bautizó como «Colonia Acosta».

Las oficinas directoras de esta Empresa estaban perfectamente acopladas al servicio encomendado y presentaban tal sencillez que les obligaba a pensar que allí el trabajo siempre había de resultar mucho más fácil, por la limpieza absoluta de sus dependencias y las características propias del fin propuesto.

Luego se dirigieron hacia las cuadras, correspondientes estas a los animales semovientes de tiro y a los de reserva. En un prolongado pasillo espacioso delantero estaban simétricamente colocados (aparcados) los carros. La edificación giraba sobre un enorme patio en medio del cual se elevaba el depósito de agua, suficiente esta para el suministro total del servicio.

Había un abrevadero de continente y contenido limpio que consolaba un poco en esta hora de canícula asfixiante. No lejos del recinto donde estaba instalada la industria, al borde del camino construido ex profeso para el acceso a ella, una hilera de casitas blancas ponían en la tarde su nota alegre y campesina. Se trataba del servicio de duchas, cantina, botiquín para casos de emergencia y viviendas particulares. Según comprobaron, todo ello estaba montado con gusto exquisito y con un sentido asaz práctico, puesto que prestaban comodidad y cumplían una necesidad en el orden del trabajo que allí se efectuaba.

Los carros aparcados en amplios barracones, frente a los arneses de los animales de tiro, que se hallaban en cuadras apartadas.


Valga una indicación: ¿No prestaría encanto al lugar, ya de por si delicioso, la plantación de algunos árboles? Esto sería una nota risueña en aquel extremo linense, donde el fondo gris de la montaña daba la sensación de tranquilo caserío en labor constante y silenciosa, por más que no lo pareciera.

Propósito y finalidad

La explotación de tal industria fue consecuencia de una contrata con el Excmo. Ayuntamiento de La Línea, en virtud de condiciones expuestas y aprobadas de antemano. Quizás el público, a pesar de que existía un bando divulgado por el Municipio, no estaba aun suficientemente informado de este nuevo régimen de recogida de basuras que desde el lunes, día 30 de Septiembre de 1957, venía desarrollándose en nuestra ciudad. Decían esto porque en esos pocos días habían ocurrido ciertos casos que ponían de manifiesto una falsa interpretación de los hechos.

La misión de esos carros de su asistente, se quiere decir, era llamar la atención por medio de un silbato para que el vecindario colocara en las puertas la basura. El verter en el carro y devolver a su sitio el basurero era misión del encargado o conductor de dicho carro. Había que tener en cuenta que esa misión se circunscribía o limitaba solamente a retirar la basura domiciliaria, ya que la correspondiente a la vía pública era de competencia de la brigada de Limpieza afecta al servicio del Ayuntamiento. No estaban, por tanto, en la obligación, las amas de casa de salir en busca del carro y efectuar ellas, por si mismas, esta operación.

Un ángulo del servicio de aseo, con sus cuartos de ducha y lavabos.


En este orden establecido tenían la ventaja indubitable de colaborar con esta medida municipal y de empresa particular por conseguir mantener un estado de higienización perfecto en cualquier momento, evitando focos de infección producidos anteriormente por burros ambulantes a todas horas de tal pésimo efecto en una ciudad que se precie de tal.

Así que ya era público y notorio que La Línea contaba con un flamante servicio de recogida de basura a domicilio, cuya labor daba comienzo a las 7 de la mañana y estaba realizada por empleados que conocían sus obligaciones, esperando, como muy bien decía en su bando la Alcaldía, la colaboración del vecindario para facilitar el desempeño de ese cometido.

El Equipo de Limpieza y sus Trabajadores.

Formaban este equipo de recogida de basuras hombres jóvenes uniformados, utilizando carros metálicos construidos ad-hoc, cuyo sistema de funcionamiento mereció la aprobación unánime del pueblo. Cuando el día de la bendición e inauguración de esta modernísima industria vieron a este pequeño ejército en formación, cada cual teniendo por las bridas al semoviente tan bien equipado de arneses y pertrechos correspondientes, ante los pintados carruajes y su rodaje silencioso,  les pareció que estaban revistando a una tropa en campaña, porque el símil no resultaba caprichoso cuando era cierto que es ese mismo, una campaña en pro de la urbanización perfecta de una ciudad que iba formándose a pasos contados, pero seguros, hasta llegar a la altura que, por derecho y por voluntad de los nombres que la servían, le correspondía en justicia.

Una perspectiva de las cocheras, de construcción sólida y en perfectas condiciones higiénicas.


Eran veinte carros que todas las mañanas se distribuían por las calles, cada cual por su distrito señalado, para prestar un servicio que era necesario y que, gracias a la iniciativa, comprensión y afán renovador de don Alfonso Cruz Herrera, era ya una realidad brillante. En ella quedó, una vez más, patentizada, la excelente acogida y la decidida protección que nuestro Alcalde prodigaba en cualquier circunstancia a todo aquello que cunda en beneficio y prestigio de La
Línea.

Dejaban constancia de una afirmación ajena y también del redactor, porque, al contrario de quienes suponían que este medio representaba únicamente una especie de monopolio o acaparamiento particular y abusivo, era fácil evidenciar que dicha industria nace, se desarrolla y circulaba aquí en la La Línea y nada más que ella, ya que esa basura recogida es objeto más tarde de una selección, verificada por personal entendido, quedando el abono dentro del servicio o utilización local, no pudiendo salir destinada a ninguna otra parte.

Epílogo

Restaba ya, solamente, felicitar a esa fuerza impulsiva y organizadora que, es Antonio García Acosta, por cuanto hizo en atención al interés general de la ciudad, asesorado y estimulado por nuestro querido alcalde ya que sus miras fueron velar por el buen nombre de La Línea. También era deber ineludible mencionar el entusiasmo previsor y evidentes cualidades de don Juan Linares Castilla, del maestro constructor de los carruajes, del personal a sus órdenes, de los capataces y de cuantos colaboraron en esta magnífica empresa de dotar a la población de un servicio tan eficaz como era el de la recogida de basuras a domicilio.

Y no dudaban que tendrían siempre presente la divisa que campeaba en el salón principal de sus instalaciones: «Laborar por la Patria». Con ella conseguirían colocar bien alto el pabellón de nuestra victoria, conquistada por el propio esfuerzo de los ciudadanos, por la voluntad y el afán constructivo de cuantos convivimos en este alegre y honrado rincón de España.

Publicado en el Bisemanario AREA del Sábado 05 de octubre de 1957

Luis Javier Traverso


https://lalineaenblancoynegro.blogspot.com.es/











Páginas