LA CUESTIÓN DE LAS INUNDACIONES
El que una calle se anegue o un sumidero se atasque; el que se formen
lagunas que impidan el tránsito de vehículos y peatones, no es asunto privativo
y exclusivo de nuestra ciudad, puesto que cuando llueve con intensidad durante
varios días, todas las ciudades y pueblos del mundo están expuestos a
convertirse en una Venecia sin
góndolas y sin posible romanticismo, con el
aspecto desolador y consecuencias inmediatas de que muchas personas queden sin
hogar y pierdan sus enseres, estampa que se veían repetidas veces en el NO-DO.
Pero dentro de esa desgracia a la cual están sometidas las comarcas más bien
preparadas para resistir a esta eventualidad, existe una escala de posibilidades
elementales, susceptibles de alcanzar con suficientes métodos y recursos
propios que eviten un resultado catastrófico en tales circunstancias.
La Línea ha pasado por esa prueba de suma gravedad en años pasados,
cuando muchas de sus vías quedaron interceptadas al tránsito, bloqueando
viviendas y aislando en el campo o en
las afueras otras en medio de inmensas lagunas que malograron el huerto y hubo que desalojar a toda prisa.
las afueras otras en medio de inmensas lagunas que malograron el huerto y hubo que desalojar a toda prisa.
En 1958, los temporales dieron comienzo con cierta furia, hasta el
punto inundar algunas calles en las cuales el agua no circulaba por culpa del
atascamiento del dichoso sumidero, viejo problema que constituyó en todo
momento una preocupación del Municipio ante el más importante asunto de la
estructura y conducción de aguas de la localidad, obra que en sus tiempos pudo
resultar magnífica pero que a la sazón, en comparación al auge y ensanchamiento
que se había operado en ella, presentaba un dilema de bastante envergadura.
Desde que
se iniciaron las lluvias, la Brigada de obreros del Municipio en cooperación
con el equipo de bomberos y sus modernos sistemas de maquinaria, trabajaban sin
cesar para remediar con la posible premura el mal que nos aquejaba a todos,
canalizando y abriendo zanjas para tratar de eliminar el agua detenida y
aumentada con la lluvia persistente. Era una labor fatigosa la realizada por
estos trabajadores que, venciendo tantos inconvenientes como se le interponían,
llevaban a cabo su objetivo a fin de que la inundación temida no se produjera y
el mal se empeorara. Poderosos motores trabajaban para extraer el agua y los
picos y las palas abrían vías de desagüe, encauzando las aguas hasta otros
lugares desiertos en que no constituyeran peligro alguno.
La tarea de
estos hombres era ímproba porque requería una constancia a ultranza, ya que no
admitía espera por la circunstancia de que la lluvia cayó incansable y ello
significaba que el problema seguía sin tener una resolución definitiva, a pesar
de que se dispusiera de recursos para no agravarlo en la medida en que el temporal
o régimen de lluvias fuera mostrándose condescendiente con el propósito que se
estaba desarrollando.
Se sabía,
por tanto, que la cuestión de las inundaciones requiere un estudio y realización
de mucha mayor transcendencia por los motivos que dejamos expuestos relativos a
la antigüedad de sus obras conductoras de aguas, que cada año iban resultando
de mayor atraso en la escala de progreso urbano y amplitud de la zona en que
está asentada la ciudad.
Sin duda alguna, cuando se consiguiera coronar ese empeño de atajar el
mal en su raíz, es decir renovando el sistema de conducción y desagües, habría
menos posibilidad de que se inundaran las calles o, al menos, no existiría el
temor de que algunas permanecieran por tiempo indefinido estancadas por el hecho de no poder circular libremente
debido al atoramiento de sus sumideros, función no muy eficaz cuando se trataba
de prever las consecuencias del agua abundante. No escapaba .al cronista los
medios cuantiosos que esta renovación o reconstrucción precisaban, pero no
había de perderse las esperanzas de que en un futuro no demasiado lejano se llegará
a realizar semejante empresa. Así sea, para tranquilidad del vecindario de esas
calles amenazadas por la inundación apenas llueve durante poco tiempo.
Publicado en el Diario AREA del Lunes 08 de diciembre de 1958
Luis Javier Traverso