jueves, 28 de septiembre de 2017

Fue noticia en La Línea el ........ Lunes 08 de diciembre de 1958





LA CUESTIÓN DE LAS INUNDACIONES





     
     El que una calle se anegue o un sumidero se atasque; el que se formen lagunas que impidan el tránsito de vehículos y peatones, no es asunto privativo y exclusivo de nuestra ciudad, puesto que cuando llueve con intensidad durante varios días, todas las ciudades y pueblos del mundo están expuestos a convertirse en una Venecia sin
góndolas y sin posible romanticismo, con el aspecto desolador y consecuencias inmediatas de que muchas personas queden sin hogar y pierdan sus enseres, estampa que se veían repetidas veces en el NO-DO. Pero dentro de esa desgracia a la cual están sometidas las comarcas más bien preparadas para resistir a esta eventualidad, existe una escala de posibilidades elementales, susceptibles de alcanzar con suficientes métodos y recursos propios que eviten un resultado catastrófico en tales circunstancias.

La Línea ha pasado por esa prueba de suma gravedad en años pasados, cuando muchas de sus vías quedaron interceptadas al tránsito, bloqueando viviendas y aislando en el campo o en
las afueras otras en medio de inmensas lagunas que malograron el huerto y hubo que desalojar a toda prisa.

En 1958, los temporales dieron comienzo con cierta furia, hasta el punto inundar algunas calles en las cuales el agua no circulaba por culpa del atascamiento del dichoso sumidero, viejo problema que constituyó en todo momento una preocupación del Municipio ante el más importante asunto de la estructura y conducción de aguas de la localidad, obra que en sus tiempos pudo resultar magnífica pero que a la sazón, en comparación al auge y ensanchamiento que se había operado en ella, presentaba un dilema de bastante envergadura.

    Desde que se iniciaron las lluvias, la Brigada de obreros del Municipio en cooperación con el equipo de bomberos y sus modernos sistemas de maquinaria, trabajaban sin cesar para remediar con la posible premura el mal que nos aquejaba a todos, canalizando y abriendo zanjas para tratar de eliminar el agua detenida y aumentada con la lluvia persistente. Era una labor fatigosa la realizada por estos trabajadores que, venciendo tantos inconvenientes como se le interponían, llevaban a cabo su objetivo a fin de que la inundación temida no se produjera y el mal se empeorara. Poderosos motores trabajaban para extraer el agua y los picos y las palas abrían vías de desagüe, encauzando las aguas hasta otros lugares desiertos en que no constituyeran peligro alguno.

    La tarea de estos hombres era ímproba porque requería una constancia a ultranza, ya que no admitía espera por la circunstancia de que la lluvia cayó incansable y ello significaba que el problema seguía sin tener una resolución definitiva, a pesar de que se dispusiera de recursos para no agravarlo en la medida en que el temporal o régimen de lluvias fuera mostrándose condescendiente con el propósito que se estaba desarrollando.

     Se sabía, por tanto, que la cuestión de las inundaciones requiere un estudio y realización de mucha mayor transcendencia por los motivos que dejamos expuestos relativos a la antigüedad de sus obras conductoras de aguas, que cada año iban resultando de mayor atraso en la escala de progreso urbano y amplitud de la zona en que está asentada la ciudad.

     Sin duda alguna, cuando se consiguiera coronar ese empeño de atajar el mal en su raíz, es decir renovando el sistema de conducción y desagües, habría menos posibilidad de que se inundaran las calles o, al menos, no existiría el temor de que algunas permanecieran por tiempo indefinido estancadas por el hecho de no poder circular libremente debido al atoramiento de sus sumideros, función no muy eficaz cuando se trataba de prever las consecuencias del agua abundante. No escapaba .al cronista los medios cuantiosos que esta renovación o reconstrucción precisaban, pero no había de perderse las esperanzas de que en un futuro no demasiado lejano se llegará a realizar semejante empresa. Así sea, para tranquilidad del vecindario de esas calles amenazadas por la inundación apenas llueve durante poco tiempo.


Publicado en el Diario AREA del Lunes 08 de diciembre de 1958


Luis Javier Traverso









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