La Marquesina de La Explanada
En 1959 se
estrenó la Marquesina instalada por el Ayuntamiento en la Explanada o Plaza del Generalísimo para comodidad de cuantos utilizan
los autobuses de la C. T. M. como
medio de transporte para desplazarse a los alrededores de la ciudad. Fue un
acierto esta construcción, ya que significaba, en un lugar tan destacado de La
Línea, de máxima importancia algo que se echaba de menos en el servicio cada vez
en aumento de los mencionados vehículos.
Era necesario
ese andén o marquesina. La afamada
cámara fotográfica de Pérez Ponce
recogió en la Fotografía la Plaza del Generalísimo
desde un ángulo bien elegido a fin de destacar la hermosura y amplitud de
nuestra remozada Explanada. En ella
se capta el mayor movimiento de la ciudad, promovido por la salida y entrada de
autobuses y taxis que allí tienen su parada. Rodeado de magníficos edificios,
con la terraza de sus Bares y Cafés, el tránsito de la Aduana y el bullicio de
los días festivos, la Plaza adquiría una vistosidad que complacía al visitante
y enorgullecía al residente. Sobre todo a quien hace memoria y recuerda lo que
era aquel lugar apenas
unos años atrás y lo que representaba en 1959. El cambio operado en ese ancho recinto era de maravilla, viéndose en la obra realizada la mano obediente al dictamen de lo progresivo y práctico, dotando a la par a la ciudad de una faceta más atractiva y admirable desde todos los puntos de vista.
unos años atrás y lo que representaba en 1959. El cambio operado en ese ancho recinto era de maravilla, viéndose en la obra realizada la mano obediente al dictamen de lo progresivo y práctico, dotando a la par a la ciudad de una faceta más atractiva y admirable desde todos los puntos de vista.
Todas las
ciudades y pueblos presentan un rincón, una calle, una plaza que resume el
ambiente alegre del conjunto urbano. Nosotros teníamos la antigua calle Real —en aquellos años; José Antonio Primo de Rivera—, la Avenida de España y esta Explanada remozada y limpia, que es como
la antesala de la casa grande en que vivimos los linenses. En ella se instalaban
(y aún se siguen instalando) durante los días de Feria los puestos de turrón y
tómbolas, con sus luces multicolores y en otras ocasiones como en los días de
Navidad y Reyes vienen a ocupar su sitio otros «cacharros» de diversión
juvenil, llenando el ámbito de canciones y música cuyo eco retumbaba en las casas
cercanas.
En la
fotografía no se recogen otras instalaciones hechas ya en esta Plaza, las
cuales vinieron a prestarle mayor
encanto poniendo de relieve el impulso creador y renovador de quien procuraba por
todos los medios a su alcance engrandecer a La Línea, concediéndole no una
somera importancia de ciudad de tránsito, de parada
y marcha obligatoria, sino de localidad que reunía en sí misma, calidades y cualidades para recrearse y estar seguros de que nos encontrábamos en un bello rincón andaluz, con suficiente atracción y bienestar como para no tener prisa en marcharse y desear permanecer más tiempo en él.
y marcha obligatoria, sino de localidad que reunía en sí misma, calidades y cualidades para recrearse y estar seguros de que nos encontrábamos en un bello rincón andaluz, con suficiente atracción y bienestar como para no tener prisa en marcharse y desear permanecer más tiempo en él.
La Plaza
tenía de sobra embrujo para dispensarle atención y admiración, porque está
bañada de luz, de lozanía y de alegre
encanto y esto no solo lo afirmaban los linenses, sino que lo confirmaban los numerosos turistas que la
visitaban.
Publicado en el Diario AREA del Lunes 05 de enero de 1959
Luis Javier Traverso